Comunicarse tiene más que ver con escuchar que con hablar.
Escucha lo que quieres, escúchalo sin temor, las alas de las águilas, el canto del ruiseñor, las penas, los dolores, la risa y la pasión. Escucha con los ojos y con el corazón, con la cara y las manos, con tu risa y con calor, con ganas de quererte y de quererme yo.
Escucha sin fronteras, sin lengua o religión que te separan del otro y no acercan a Dios. En mi barrio, en mi casa, en mi mente y mis ganas estoy montando un rincón para escucharte si cantas cualquier triste canción, cualquier himno de fuerza, yo te daré mi valor para que no te tuerzas. Si las cosas se ponen feas, intentaré estar ahí. A veces es difícil, si te caes, agárrate a mí.
Estoy aquí para ti, para que puedas decir que hay alguien que te escucha y que contigo hasta el fin.
Escúchate y te escucho, escúchame y los dos escuchamos a otros que vengan con dolor. Escúchate y te escucho, escúchame y los dos iremos poco a poco oyendo al corazón.
Escúchate, escúchame, escúchale, escúchalo, súbelo. Así todos nos oiremos mejor.
La escucha es una hucha en la que voy guardando las muchas experiencias que otros me van pasando, alguna ahorrando, voy colocando todos los sentimientos que voy encontrando.
Cuando escucho que escucho, que me estoy escuchando, y con esa energía la hucha se va llenando de alegrías y consuelos, de llantos y de duelos, dolores y caricias, por ti vivo y por ti muero.
Y sé que así, escuchando, también me escucho yo. Oigo hasta los bombos que produce mi corazón. Escúchate y escucha y verás que al final, hay mensajes guardados casi en todo lugar… Mucho más que colores en el fondo del mar, mucho más que colores en el fondo del mar.
Escúchate y te escucho…
En la escucha te observo y ya estoy escuchando; me encariño, me acerco y ya me estoy sumando, te toco, te respiro, y, en silencio, te guardo todo mi respeto, como cuando yo hablo.
Acepto tus desmanes y persigo tus rollos desenrollando poco a poco voy directo al meollo; la cuestión es escuchar, escucharme, escúchalo. Que tampoco cuesta tanto, somos dos; inténtalo.
Escuchar es más que un premio que nos dan no por ser buenos, sino por querer la vida, por vivir sus maravillas, su intensidad y deseo, como la fuerza del trueno. Solamente tengo un dueño, ante él caigo de rodillas.
Desenterrando tesoros que estaban escondidos, son sentimientos de oro que los había perdido. Ahora brillando en el fondo los hemos escogido. Tu hablar será escuchado, aquí serás bienvenido.
Escúchate y te escucho…
Cuando oigo no escucho, y cuando escucho me libro de esas mil obsesiones que me tienen prendido. Me libero y me saldo de mi Pepito Grillo que me tiene ya harto… cojo a parte y pego un salto. Abandono ese cuarto de egocentrismo puro donde lo que encontramos al final no vale u duro.
Cuando te escucho me escucho sin tener que empeñarme. Al final, te quiero mucho (como aquella trucha al trucho). Atendiéndote, me atiendo y cuando guardo silencio, de ti estoy aprendiendo, a los dos estoy sirviendo, y sin darme mucha cuenta a mí me estoy rescatando sin más ni menos esfuerzo.
Escúchate y te escucho, escúchame y los dos escuchamos a otros que vengan con dolor. Escúchate y te escucho, escúchame y los dos iremos poco a poco oyendo al corazón.
Recurso: