Testamento vital
Cuando esté a punto de irme, ojalá sepa cuidarme, no se obcequen en curarme, sólo en que me vaya a gusto… que no me duela, que no sea un susto.
Sólo quiero que me cuiden, me mimen hasta el final, para que todo sea dulce, para que todo sea tierno.
Prefiero marcharme antes, pero tranquilo y contento, que aguantar aquí dos ratos de aparatos y tormento.
¡Ah!… y cojan de mí lo que quieran, sé que en el cuelo no habrá ni ceguera, ni cojera, ni empeño en adelgazar.
Cuando todo se hace intenso quiero también disfrutar sin que jueguen con mi vida a aquel juego de estirar (¡a estirar, a estirar, que el demonio va a a pasar!)
Sólo quiero que me cuiden, me mimen como a un neonato, ver mi vivencia primaria no tu efecto secundario.
Sólo quiero mi hoy vivir, Verte, hablarte y sonreír. Me gusta que me preguntes: hoy que puedo hacer por ti.
¡Ah!… y cojan de mí lo que quieran, sé que en el cuelo no habrá ni ceguera, ni cojera, ni empeño en adelgazar.
Cojan de mí lo que quieran, sé que en el cuelo no habrá ni alopecia, ni varices, ni granos, ni cicatrices.
Cojan de mí lo que quieran, sé que en el cuelo no habrá ni halitosis, ni un flemón, ni un peñasco en el riñón.
Cojan de mí lo que quieran, sé que en el cuelo no habrá ni dentaduras postizas, ni silicona, ni borrachicha…
Cojan de mí lo que quieran, sé que en el cuelo no habrá ni presbicia, ni ictericia, ni úlceras por la codicia…