Retiro espiritual de la provincia española
Los días del 4 al 8 de diciembre los religiosos Camilos de la provincia Española hemos celebrado nuestro retiro espiritual en la ciudad de Salamanca, unos días para para la oración, la reflexión y el encuentro. En esta actividad han participado trece religiosos de las diferentes comunidades de España y también e han unido en los momentos de reflexión a través de zoom la comunidad de Buenos Aires y algunos religiosos que por sus compromisos pastorales no pudieron hacerse presente.
San Camilo de Lelis en una de sus cartas escritas en la reflexión sobre el curso de la orden decía que estaba seguro de que era una intuición del Espíritu haber indicado que los religiosos que servían en el hospital que un día lo dedicaran al servicio a los enfermos y otro alterno a la oración, reflexión, formación y meditación. Los religiosos Camilos somos una orden de vida activa, con una misión muy grande, de ahí la importancia de no caer en el activismo y dejar espacio para posar el curso de la misión, la propia vocación y purificar la entrega a Cristo hacia el cuidado de los enfermos.
En esta ocasión el P. Agustín Bado religiosos Camilo de la comunidad de Valencia, ha dirigido la meditación, que se ha centrado en las "virtudes éticas para una vida plena". Las virtudes y su desarrollo en nuestra vida es un pilar en la madurez Cristiana y cuando se pone al servicio de personas frágiles y vulnerables cobra una importancia mayor.
Nuestro retiro ha terminando con la celebración de la Solemnidad la Inmaculada Concepción, en la que cada año los religiosos camilos de todo el mundo, realizamos la renovación por devoción de los votos Solemnes, recordando así a nuestro Santo Padre Camilo, quien junto con sus compañeros en 1591, realizaban su consagración definitiva a Dios.
En esta celebración, también hemos acompañado a nuestro hermano Antonio Roberto Alegre, que delante de la comunidad y de todos los religiosos que se conectaron virtualmente, ha renovado por cuarta vez sus votos temporales. Damos gracias a Dios por nuestra vocación religiosa y por haber sido llamados a servir a los enfermos, aun con riesgo de la propia vida, con un corazón de madre que cuida a su único hijo enfermo.