
La compasión que reconstruye: CADIS y la UMI acompañan a las víctimas de la DANA en Valencia
La Unidad Móvil de Intervención (UMI), en colaboración con CADIS (Camillian Disaster Services), ha desplegado una intensa labor de acompañamiento emocional en diversas localidades valencianas golpeadas por la reciente Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA). A través del testimonio de Consuelo Santa María, integrante del equipo junto a Valentín Rodil, se hace visible la profundidad del sufrimiento vivido… y la fuerza transformadora de la esperanza.
Una intervención integral y cercana
Desde su llegada el jueves por la noche, el equipo puso en marcha una agenda intensa que abarcó colegios, parroquias y grupos de voluntariado. El viernes se centró en actividades educativas en el Colegio San Antonio de Padua I, en Catarroja, trabajando con jóvenes de ESO y ciclos formativos, además de sesiones de intervención en la UMI y un encuentro con los Equipos de Voluntariado, donde se ofrecieron herramientas de escucha y acompañamiento.
Escuchar los horrores, sembrar esperanza
El sábado fue especialmente conmovedor. En Torrent, Valentín ofreció una charla sobre “la escucha que sana”. Más tarde, en Utiel, ambos coordinaron un grupo de mujeres (y un único hombre) afectados directamente por la DANA. Muchas compartieron pérdidas devastadoras: hogares, seres queridos, la paz. “Nuestro objetivo era más que escuchar; queríamos ayudarles a encontrar sentido, a vitalizar la esperanza. Con toda humildad, creo que lo logramos”, escribe Consuelo.
El duelo en las aulas: niños que enseñan a sentir
Uno de los momentos más emotivos llegó el lunes, durante la intervención en el Colegio Nuestra Señora del Socorro en Benetússer. En sexto de Primaria, los alumnos afrontaban la pérdida de una compañera fallecida en la catástrofe. En tercero, varios niños vivían duelos recientes: la muerte de familiares, la pérdida de mascotas, la incertidumbre.
“La clase entera terminó abrazada, llorando juntos, consolándose unos a otros. Fue como tocar el cielo”, relata Consuelo. La sensibilidad y solidaridad de los niños sorprendieron a todos: “Lloró uno de los mellizos, y el otro se levantó y lo abrazó. Otro niño que había perdido a su abuelo también rompió a llorar, y sus compañeros se acercaron sin dudarlo”.
Aprendizajes desde el dolor
Al concluir la jornada, se invitó a los niños a compartir lo que habían aprendido tras la experiencia. Estas fueron sus respuestas:
“He aprendido a: dar valor a lo importante, descubrir la solidaridad, tener mejor autoestima, sentir esperanza, ser agradecido, amar, superar mis miedos, compartir, tener más fe, sentir el consuelo, y más…”
Consuelo los fue anotando en la pizarra, dentro de un corazón… y tuvo que dibujar otro más, porque ya no cabían. “Metafóricamente, te faltaba corazón para acoger tanto sentimiento”, escribe.
Más que acompañar, humanizar
Las secuelas de la DANA siguen muy presentes. “Muchos niños no pueden dormir. Si llueve, algunos no quieren que sus padres salgan de casa. Toda la población recuerda ‘el ruido de la ola’ como algo que llevan metido en el alma”, señala Consuelo.
En medio del trauma, la labor de CADIS y la UMI se revela como una presencia sanadora, que no solo alivia el dolor sino que siembra humanidad, ternura y resiliencia.