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20/09/24

«Illius qui pro gregis»: Un Legado de Amor y Entrega

Mañana, 21 de septiembre, se conmemora un hito histórico en la vida de la Orden de San Camilo: la promulgación de la Bula Illius qui pro gregis en 1591 por el Papa Gregorio XIV. Esta bula, considerada la "Carta Magna" de los Camilos, no solo consolidó a la Congregación como Orden religiosa, sino que estableció sus leyes fundamentales y la dotó de privilegios que marcarían el rumbo de su misión caritativa en todo el mundo.

Un Reconocimiento de Servicio y Vocación

En su contenido, Gregorio XIV elogia a la comunidad camiliana por su creciente aceptación entre el pueblo y la importancia de su labor. El número de religiosos había aumentado significativamente, lo que reflejaba el gran deseo de muchos fieles de unirse a la misión de los Ministros de los Enfermos. La bula no solo reconocía la labor caritativa de la Orden, sino que le otorgaba facultades para expandir su alcance más allá de los hospitales.

Innovaciones para un Servicio Integral

Entre las novedades introducidas en Illius qui pro gregis, se amplió el ministerio de los Camilos para abarcar no solo los hospitales, sino también las cárceles y los domicilios particulares, llevando asistencia a los enfermos, tanto en cuerpo como en espíritu, de día y de noche. Además, la presencia continua junto a los moribundos hasta el momento de su muerte subrayaba el compromiso de la Orden con el cuidado integral del ser humano.

El corazón de esta vocación, sin embargo, radicaba en la caridad, que se establecía como el alma de la vida camiliana, llevada a cabo sin esperar recompensa material. Este enfoque radical de servicio desinteresado ha sido, y sigue siendo, el distintivo de los religiosos camilianos en todo el mundo.

La Participación de los Laicos en el Carisma Camiliano

Un aspecto clave de la bula fue la posibilidad de agregar laicos al ejercicio del carisma camiliano. Gregorio XIV concedió a la Orden la facultad de involucrar a seglares, clérigos y presbíteros en sus obras de misericordia, quienes, al hacerlo, compartirían las indulgencias y gracias de la Congregación. Esta incorporación de laicos ha sido esencial para expandir el alcance del cuidado camiliano, involucrando a la comunidad en la misión de atender a los más vulnerables.

El Vínculo entre Crucifijo y Caridad

Uno de los elementos centrales en la identidad camiliana, reflejado tanto en la bula como en la "Fórmula de vida" redactada por San Camilo, es el vínculo inseparable entre el Crucifijo y la caridad. Para los Ministros de los Enfermos, la devoción al Crucificado es el motor que impulsa su entrega total al servicio de los enfermos, incluso a costa de su propia vida. Esta espiritualidad profunda, centrada en el sacrificio y la compasión, sigue siendo el pilar de la Orden.

La "Fórmula de vida" reafirma esta idea al llamar a los religiosos a vivir en pobreza, castidad y obediencia, dedicados por completo a la atención de los enfermos, ya sea en sus necesidades físicas o espirituales. San Camilo, en su visión, invitaba a aquellos que quisieran seguir este camino a "morir a sí mismos" y vivir únicamente para servir a Cristo en los enfermos, una filosofía que resuena con la enseñanza evangélica de que "lo que hicisteis a uno de estos mis hermanos menores, a mí me lo hicisteis".

Un Legado Vivo

La Bula Illius qui pro gregis es más que un documento histórico; es el reflejo de un compromiso inquebrantable con la humanidad, un legado de cuidado y compasión que la Orden de San Camilo ha transmitido a lo largo de los siglos. Hoy, esta misión sigue viva en los miles de religiosos y laicos que, inspirados por el carisma camiliano, continúan entregándose al servicio de los enfermos y necesitados.

En esta fecha, recordamos no solo el pasado glorioso de la Orden, sino también la urgencia de mantener viva su misión, en un mundo que sigue necesitando, quizás más que nunca, la presencia de la caridad encarnada en el servicio a los más frágiles, con ternura, con pasión y como lo solia decir el propio camilo, con "más corazón en las manos"