Con profunda alegría y espíritu de comunión, un grupo de 39 peregrinos —religiosos camilos de las comunidades de España y Argentina, trabajadores y voluntarios del Centro San Camilo — ha participado en una significativa peregrinación a Roma. Esta experiencia espiritual ha estado enmarcada por dos acontecimientos trascendentales: el Jubileo de la Iglesia 2025, proclamado por el Papa Francisco como el Año de la Esperanza, y la conmemoración del 450 aniversario de la conversión de San Camilo de Lellis, fundador de la Orden de los Ministros de los Enfermos.
Un camino espiritual desde Florencia a Roma
La peregrinación comenzó el jueves 3 de abril en Florencia, donde los participantes pudieron admirar la riqueza histórica y artística de la ciudad, con especial atención a su catedral y monumentos emblemáticos. El viernes 4, el grupo se trasladó a Roma, donde inició un recorrido espiritual por algunos de los lugares más significativos del cristianismo: la basílica de San Pablo Extramuros y San Juan de Letrán, cuna espiritual de la Iglesia universal.

El corazón camiliano: encuentro en La Magdalena
El sábado 5 de abril tuvo lugar uno de los momentos más esperados: la visita a la iglesia de Santa María Magdalena, casa madre de la Orden de los Camilos en Roma. Allí, el grupo fue cálidamente recibido por el Padre Pedro Tramontin, Superior General, y el Padre Gianfranco Lunardon, Vicario General. En un emotivo encuentro en la sala capitular, ambos invitaron a los peregrinos a dejarse tocar por la espiritualidad de San Camilo, “gigante de la caridad”, y a contemplar la belleza artística y la historia que envuelven este lugar.

Durante este encuentro, José Carlos Bermejo, Superior Provincial de los Camilos en España, ofreció una intervención inspiradora sobre la actualidad del carisma camiliano y la innovación humanizadora que propone San Camilo. A partir de su vida y legado, se destacó cómo hoy, más que nunca, “conjugar el verbo humanizar en el cuidado” es un imperativo para quienes se dedican a acompañar a los enfermos y vulnerables.
La visita concluyó con una Eucaristía celebrada en la iglesia de La Magdalena y una visita guiada por el hermano José Ignacio Santaolalla, que recorrió con el grupo cada rincón del templo, subrayando el papel transformador de San Camilo en la historia de la salud y el cuidado.

Jubileo de los Enfermos: con el Papa Francisco en San Pedro
El domingo 6 de abril, el grupo participó en la celebración del Jubileo de los Enfermos, uno de los eventos más conmovedores del calendario jubilar. En un gesto inesperado y profundamente simbólico, el Papa Francisco reapareció públicamente para presidir la Eucaristía en la Plaza de San Pedro, a pesar de su delicado estado de salud.

“Si hay un enfermo que hoy da testimonio de fe y esperanza al mundo entero, es el Papa”, comentó José Carlos Bermejo. “Su presencia entre los enfermos no fue solo física, fue un verdadero Sacramento de comunión. Nos recordó que también en la enfermedad podemos evangelizar, vivir la ternura y ser testigos del amor de Dios”.
En sus palabras, el Papa subrayó que “dejarse cuidar también es una forma de evangelizar”, y alentó a todos a reconocer en los enfermos “cátedras de sabiduría” que enseñan el valor profundo de la vida.
En la cuna de San Camilo: Buquiánico
El lunes 7 de abril, la peregrinación culminó en un lugar de enorme valor simbólico: Buquiánico, el pueblo natal de San Camilo. Acompañados por el Padre Pietro Magliozzi, los peregrinos realizaron una visita guiada por el santuario, la casa natal y las calles donde creció el santo.

Durante la celebración de la Eucaristía en el santuario, cada participante recibió de manos de José Carlos Bermejo una pequeña cruz roja, símbolo de la identidad camiliana y del compromiso con los valores del cuidado. La frase elegida para este gesto fue: “La esperanza no defrauda”, tomada del lema del Jubileo 2025 y de la Carta de San Pablo.
Un cierre lleno de gratitud y misión
La peregrinación concluyó con un momento de compartir en el Centro de Espiritualidad Niccolò D’Onofrio. Desde allí, el grupo regresó a Roma y posteriormente a Madrid, llenos de gratitud, alegría y renovada esperanza.
Esta experiencia ha sido, sin duda, una siembra de gracia en el corazón de todos los participantes, un reencuentro con las raíces del carisma camiliano y una invitación a vivir con más profundidad el cuidado como camino de humanización, ternura y fe.