Reflexión sobre los 30 años del Centro San Camilo
El hermano José Carlos Bermejo, Delegado General de lo religiosos Camilos de la provincia Española hace una bonita reflexión sobre los 30 años del Centro San Camilo. Este centro pretende encarnar el carisma y la misión de los religiosos en el mundo cuidando y enseñando a cuidar a los enfermos a imagen de Jesús de Nazaret:
"Érase una vez...
El Centro de Humanización de la Salud que ahora cumple 30 años. Parece que fue ayer, diría cualquiera que siga su actividad desde el principio.
Fue, como me ha gustado recordar en numerosas ocasiones, un trabajo presentado en la asignatura del Camillianum (instituto internacional de teología pastoral sanitaria) lo que se aprobó después en el Capítulo Provincial de 1989. Poco después, siendo superior provincial Francisco Alvarez, el proyecto se convirtió en realidad. El mismo fue su primer director durante unos meses. Un largo curso sobre “salud y enfermedad, dos situaciones en diálogo” se convirtió en el verano de 1991 en el arranque de lo que sería poner orden en la actividad docente que forma parte del carisma camiliano y que se vería reforzada por un grupo de religiosos como el mismo Francisco, Jesús Ruiz, Angel López, Javier Barbero, Carlos Yagüe y José Carlos Bermejo… Más tarde surgiría la colaboración con los seglares, el incremento de cursos del entonces llamado INEM (Instituto para el empleo) que siempre habían organizado el P. Cirilo Marijuán y Jesús M. Zurbano en la única aula de la Residencia. Fue en 1996 cuando se celebraron las primeras Jornadas de Humanización en Ronda (Málaga), tan relevantes para las numerosas Jornadas sobre este tema y luego sobre Cuidados Paliativos, Duelo…. Fue en 2002 cuando comenzó la formación de posgrados, tan importante en el nacimiento de líderes de tantos proyectos humanizadores.
Ya desde el principio, y con mucha energía, arrancó la revista HUMANIZAR, una plataforma para generar pensamiento, recursos de comunicación, cultura de la salud, que tuvo una buena acogida en el sector. El buen hacer del P. Jesús M. Ruiz como director la consolidó y la hizo llegar muy pronto a 25 países. En 2001, el 25 de mayo, recordando el nacimiento de San Camilo, inaugurábamos una sede, un edificio construido ad hoc, con salón, aulas, despachos, espacios para el Centro de Escucha. Primero habíamos puesto los “ladrillos humanos” y los “ladrillos de valor”, antes que los lugares para la gestión y parte de la actividad. Había apostado por él el p. Dionisio Manso, entonces Provincial de los camilos, refrendado por la Asamblea de camilos de España. Parece que fue ayer, sí, pero han pasado 30 años ya. Han sido años de desarrollo, de crecimiento, pero no solo cuantitativo. Porque también llegó la meseta, en la que ahora está en cuanto a volumen de personas trabajando y actividades desarrolladas. Han sido años de camino de personas apasionadas por algo que hoy también otros sienten como una urgencia: humanizar el mundo de la salud. Humanizar, sí. Los programas, la gestión, la atención, el final de la vida, el abordaje de los conflictos éticos, el acompañamiento en el duelo… Humanizar en la onda corta de los cuidados y en la onda larga de la cultura y el pensamiento. Humanizar con más o menos publicaciones, con más o menos Jornadas y Congresos, con más o menos conferencias, con más o menos cursos, con más o menos personas atendidas en el Centro de Escucha (¡Hoy existen 31 en España y no sé cuántos en América!, “hijos”- podríamos decir- del que naciera en 1997). Humanizar, sí. ¡Qué verbo! ¡Qué ambicioso y qué humilde a la vez! ¡Qué tarea, qué proyecto tan hermoso! La “ache” tan hermosa construida por Ramón Ajo en aquel lejano año con pintura Titanlux, se mantiene tan viva y provocadora como en el primer sueño, en la primera llamarada encendida entre un grupo de apasionados por el Reino que proponía Jesús de Nazaret: un mundo más amable, más tierno, más justo, con más salud por todos los rincones.
La nostalgia de quienes se han quedado por el camino, se convierte en mi corazón en motivo de agradecimiento. La mirada a mi alrededor, hacia cuantos estamos embarcados en esta nave, se convierte en desafío y en compromiso; y también en agradecimiento. La vida abundante vivida en estos 30 años, no es más que motivo de agradecimiento recíproco y al Autor y causa de todo bien: gracias a Dios."