21/10/14
Para acompañar al enfermo lo primero es estar cercano, próximo, con profundo respeto al dolor y al sufrimiento
Hoy es un día de gozo para todos nosotros , nos visita en Buenos Aires el nuevo Superior General de los Religiosos Camilos, el P. Leocir Pessini, licenciado en filosofía y teología, doctor en teología moral, especializado en bioética, fue rector del Centro Universitario San Camilo el Sao Paulo y presidente de la Organización Religiosa Camiliana que incluye 56 hospitales en Brasil… Así es, cuenta con 23000 trabajadores y colaboradores. Es una empresa en el área de la salud muy grande
Fue también delegado de la pastoral de la salud en la Conferencia Episcopal de Brasil, director de la Asociación Internacional de Bioética, vicepresidente de la Sociedad Brasilera de Bioética y miembro del equipo de apoyo de pastoral de la salud del Celam (Conferencia Episcopal de Latinoamerica). Bienvenido Padre!!!! Gracias, para mí es una alegría estar en Argentina con nuestros compañeros de caminar del mundo de la salud.
Gracias por estar con nosotros. Padre, queríamos felicitarlo por su nuevo nombramiento como Superior General de los Camilos. Antes que nada, le quería preguntar ¿quién es San Camilo?. Para mí, San Camilo fue un hombre que iluminado por la gracia de Dios impulsó la mayor reforma de los cuidados de salud en plena Italia del siglo XVI. San Camilo puede ser una persona de referencia para todo hombre, por su fragilidad y por su apertura trascendente.
En relación a la fragilidad, podemos recordar su camino antes de la conversión: perdió a sus padres a una edad muy temprana (con 13 años a su madre y con 17 años a su padre), se hizo militar y luchó como soldado en varias guerras, perdió todas las cosas.. A partir de la conversión, cuando se encuentra con Dios, se encuentra con el enfermo. El encuentro con el enfermo se da cuando se convierte y descubre la presencia misteriosa de Dios en su vida. Ahí empieza una revolución en el arte de cuidar a los enfermos: cuidar con un corazón de madre, cuidar colocando el corazón en las manos, cuidar porque ahí está el rostro de Jesús.
Camilo también forma a un grupo de seguidores, trabajadores de la salud, y sus acciones se tornan modélicas e impulsa una nueva cultura de cuidados en el mundo de la salud. Así nacen los Camilos y la espiritualidad que viven tantas asociaciones que se inspiran en el modo samaritano y camiliano de cuidar de la vida de los más frágiles del mundo. Muy bien Padre, usted tiene 59 años y por lo que leí a los 20 años hizo sus primeros votos
Yo me ordené sacerdote con 25 años, claro como Camilo, ya que a los 22 fui realicé la profesión perpetua. ¿Cómo nació su vocación?
Mi vocación comenzó acompañando a mi mamá en el hospital muy enferma. Mi mamá hoy tiene 81 años, gracias a Dios está bien. Mi papá, también, 82 años. Los dos celebraron recientemente 60 años de matrimonio. De joven mi mamá tuvo un problema de salud muy grave y tuvo que ir a Sao Paulo, en Brasil es el centro económico financiero y cultural de salud de Brasil. Teníamos que esperar mucho, no éramos bien atendidos. Y pensé en dedicarme algún día al cuidado de los otros. Conocía a los Camilos y empecé a visitar a los enfermos en el hospital y en las casas. Esto reclamó mucho mi atención. la sensibilización con mi mamá enferma y la lucha para que fuera bien cuidada.
Cuidar del sufrimiento de la persona para que se pueda resignificar la vida.
Padre usted ha escrito muchos libros sobre bioética, ¿qué nos podría decir en referencia a la eutanasia y prolongar la vida ante situaciones irreversibles en una persona al final de la vida? Hay frases suyas que se le atribuyen: “bioética un grito para la dignidad humana” y “ningún ser humano puede ser discriminado por su genética”
Inicié mi trabajo como capellán de hospital intentando ayudar a las personas para dar razones de su esperanza y salir de situaciones conflictivas en el área del tratamiento médico. Para ello empecé a estudiar realizar un doctorado, postdoctorado… estudié cuatro años. En Estados Unidos aprendí counselling para ayudar a las personas en situaciones críticas de vida. Creo que hoy son 47 libros los que tengo escritos entre organizados como coautor, coorganizador, organizador y autor, más de 300 artículos científicos... Las cuestiones éticas que suelen relacionarse al final de vida son no quitar la vida y no prolongar sufrimiento (distanasia). Entre el no quitar la vida, no abreviar, y el no prolongar se coloca el poder humanizar, cuidar, atender las necesidades fundamentales de la persona humana sea a nivel físico, psíquico, social o espiritual. Son los cuidados paliativos. No se trataría de quitar la vida por el sufrimiento de la persona, sino de cuidar del sufrimiento de la persona para que se pueda resignificar la vida.
¿Cómo ve usted los tristes hechos acontecidos con el anterior Superior General de la Congregación? Nosotros acá en el país recibíamos algunas noticias y lo vivímos con profunda tristeza. ¿Cómo lo vivió usted Padre? Los viví con mucha preocupación, atención, tristeza y vergüenza también. Nunca pensamos que eso sería posible. No estamos juzgando a la persona. Una persona muy buena que fue engañada por una persona muy experta por intereses no cristianos, no fue crisis de la orden, sino del gobierno general, por una persona que generó sufrimiento. En Brasil continuamos trabajando en nuestra red de hospitales con la misma responsabilidad social.
Este momento de sufrimiento nos debe hacer repensar muchas cosas, asumir lo esencial de nuestras vidas Camilianas, redescubrir la espiritualidad o la autenticidad de nuestro carisma y caminar con esperanza. Tres puntos muy claros para mí. En relación al pasado, tenemos cuatro siglos de historia de acción misericordiosa en el acompañamiento a los enfermos. Tenemos que hacer sanación a mucha gente que se han sentido profundamente heridos. En relación al presente, caminemos apasionadamente como samaritanos en el mundo de la salud. En relación al futuro caminemos con esperanza. Es Dios quien nos escogió para esta misión. No nos va a abandonar. Aquel que nos escogió para esta misión del mundo de la salud no nos va a abandonar, nos va a estar acompañando, dando fuerzas para caminar. Ser Jesús para los otros, seguir con esperanza.
La presencia como sacramento
Algunas palabras que nos podría decir para acompañar a aquellos que acompañamos a los enfermos y a los familiares de los enfermos, ¿qué indicaciones nos daría? En primer lugar que lo más importante es estar cercano, estar próximo, estar junto, con profundo respeto al dolor y el sufrimiento de las personas, procurando primeramente escuchar. Ser un excelente “escuchante”. Segundo, siempre digo que es el octavo sacramento dentro de la Iglesia Católica, es el sacramento de la presencia que da sentido a todo el resto. Presencia fraterna y samaritana. Que muchas veces es presencia en respetuoso silencio. Sí. Escuchar y ser compañero compartiendo los dolores, los sufrimientos de las personas.
¿Y aquellos que también acompañamos a familiares que han sufrido la muerte de un ser querido? Yo he perdido a mi único hermano. En este tipo de situaciones siempre hay que dar tiempo a las personas para que hablen de sus sentimientos y dolores. Hay un período de duelo que es necesario respetar pero lo importante es estar presente, no abandonar y acoger los por qué, las preguntas y respuestas, la indignación.
Para finalizar, antes que nada quería agradecerle el tiempo que ha dedicado en su visita y pedirle su bendición, especialmente a los enfermos y a los familiares de los enfermos. Creo que una de las experiencias que hacemos hoy en el mundo es la experiencia de la desprotección. Nos sentimos siempre muy frágiles en situaciones peligrosas de la vida. Entonces la bendición significa confiar su vida, mi vida, a la protección de Dios, nadie más importante que Cristo, cuando somos asaltados en la vida por una enfermedad, un dolor, una pérdida de algún familiar. Sentirse protegido por Dios. En nombre de Dios, de nuestro inspirador San Camilo, una bendición especial para todos los que tienen en el corazón alguna herida de sufrimiento, alguna enfermedad o que perdieron algún familiar querido. Hasta Jesús lloró cuando Lázaro murió. Siempre hay esperanza de vida, esperanza de renacimiento, de revitalización, de esta perspectiva de fe en la resurrección. Una bendición muy especial a todos ustedes, que Dios los conserve felices, cargando con la cruz que tienen, sabiendo que la victoria final será siempre del bien, de la verdad, de la vida y de Dios en nuestras vidas. Muchas gracias P. Leo. Mario Irigoy, 9 de septiembre de 2014