Durante esta semana de compartir estos 10 jóvenes han estado involucrados en las actividades de la vida diaria de los residentes. Igualmente, tuvieron la oportunidad de participar de la fiesta de San camilo y sus actividades organizadas por el Centro el pasado 7 de julio en donde contamos con la presencia de D. Ángel Camino, vicario episcopal de la Vicaria VIII.
Al final de la experiencia este grupo de jóvenes redacto una carta al
papa Francisco contando su experiencia de trabajo con las personas mayores en el Centro San Camilo y ofreciendo su testimonio personal. Esta carta fue entregada a D. Ángel Camino quien la hará llegar al Sumo Pontífice:
Querido Francisco,
"Este próximo 14 de julio es la fiesta San Camilo de Lelis, servidor de los enfermos. Por iniciativa de la Vicaría VIII de Madrid y de los Religiosos Camilos, se organizó un campo de trabajo en una residencia de San Camilo en Tres Cantos (Madrid). Durante una semana, 10 jóvenes fuimos voluntarios en la residencia, acompañando a los ancianos y atendiéndolos en algunas de sus acciones diarias, lavándolos, dándoles de desayunar, acompañándolos y dándole masajes en las manos, conversando y acudiendo a las actividades que para ellos organizan los trabajadores del centro, entre ellas talleres de psicoestimulación, o la preparación de una actuación de zarzuela (un género de teatro musical tradicional español) por los propios ancianos del centro. La grandeza de esta experiencia ha sido poder realizar este acompañamiento de la manera en que el mismo Señor lo hubiera realizado, como dijo Camilo: “cuidad a los enfermos como una madre cuidaría a su hijo único enfermo”. Hemos podido experimentar como el Señor transformaba nuestros corazones a través de cada enfermo, de cada anciano que nos ponía en el camino. Nos gustaría, por ello, poder compartir con el mundo este regalo, este milagro que hemos recibido, poder anunciar cómo hemos recibido tanta gracia, y un cambio tan grande, sin haber dado nosotros a cambio nada más que nuestra aceptación a los planes de Dios, nuestro “hágase como Tú dices, Señor”. Podríamos hablarle de cada uno de los ancianos que hay allí, cómo unos trastabillan cuando caminan, cómo otros se distraen desayunando cada vez que alguien pasa, cómo otros cantan o se ríen sin más, cómo otros balbucean sílabas sin sentido, o se lavan las manos sin estar en el lavabo, o fruncen la boca y se resisten a beberse el zumo como un niño al que no le gusta el puré. Cómo sonríen con los ojos cuando de repente enfocan la mirada y nos encuentran a su lado llamándoles, tratando de que estiren el brazo para colocar la camiseta, y hemos aprendido que esta vida es demasiado corta para vivirla deprisa. Cada día hemos tenido una pequeña acción de gracias al Señor, de las que podemos rescatar algunas frases que marcan los momentos más importantes que hemos vivido.
Testimonios recogidos de los voluntarios:
Mar, de la parroquia de Santa Teresa (Tres Cantos), psicóloga, 24 años:
“Para mí han sido días de mucha tranquilidad y paz, en los que he aprendido el valor de tu presencia, de tu simple tiempo, aunque fueran 15 minutos, estar con ellos era lo más esencial, lo más importante que podía hacer en mi vida en ese momento. He aprendido el valor de poder dar sin esperar nada, por tener el corazón lleno, y lo importante que es simplemente estar”.
Carmina, Santa Teresa (Tres Cantos), va a empezar Trabajo Social, 17 años:
“Es la naturalidad y transparencia de cada residente donde he encontrado a Cristo. En cada frágil rostro arropando, a su vez, mi pequeñez. "
Victoria, Santa Teresa (Tres Cantos), va a empezar Arquitectura, 19 años:
“En estos ancianos yo he podido dar todo mi amor, y he sentido un vínculo muy fuerte, porque a la vez que en ellos podríamos tener a nuestros padres o abuelos, para ellos somos como cualquiera de sus hijos o nietos. Siento que esto ha sido posible gracias a lo queridos que están con los Camilos, Porque para nosotros ha sido como llegar y encontrarnos en casa de nuestros abuelos, es como un milagro, y debe agradecerse al amor que reciben aquí”.
Luz, parroquia de la Madona (Madrid), administrativa, 44:
“Esta experiencia me ha devuelto la fe en los demás al ver a los chavales amar y darse sin límite. Con alegría y confianza. De ellos también vi lo importante de la oración: si caminas diariamente al lado de Jesús, es difícil que eso no se refleje en tus gestos, y en oler al Buen Pastor. Al Señor lo vi en los ojos de Margarita, en los mofletes de Juana, en las manos de D. José, en sus cantos, gritos, silencios… y a través de mis manos y el cariño que me nacía hacia ellos”.
Teresa, Santa Ángela (agustinos, Madrid), 1º bachillerato, 17 años:
“Para mí ha sido una semana mágica. Yo siempre he pensado que los ancianos son las personas más sabias del mundo, porque saben un montón, y aunque a lo mejor sólo te dirigen una palabra, sabes que esa palabra la dicen con amor, desde el fondo de su corazón”.
Pablo, Santa Ángela (agustinos, Madrid), 1º bachillerato, 16 años:
“Para mí lo más bonito ha sido la experiencia personal que hemos podido tener con cada uno de los ancianos. El don de la residencia, que es un sitio único, y haberlos conocido en persona para acompañarlos compasivamente, saber que estás formando parte de su historia. Es algo increíble, porque recibimos mucho más de lo que damos, que a veces es simplemente nuestra presencia”.
Natalia, Santa Ángela (agustinos, Madrid), va a empezar Psicología, 18 años:
“Quizá si no hubiera sido por toda la gente que nos animó a venir al voluntariado no me habría atrevido a venir, porque para afrontar este tipo de actividades se necesita mucha fuerza y valentía, lo que conseguí con la ayuda de todos los voluntarios y sobre todo de Dios. Esta experiencia me ha ayudado a crecer hacia el interior, a profundizar en mi fe; y debo destacar la dedicación de todos los trabajadores del centro, siempre dispuestos a ayudar”.
Virginia, Santa Teresa (Tres Cantos), estudiando Traducción e Interpretación, 19 años:
“Me marcó mucho estar con los ancianos con mayor deterioro cognitivo, porque antes pensaba que mi misión era cambiarles la vida, y al final me cambiaron ellos a mí. Cuando te sonríen o te dan la mano, sólo puedes ser tú misma, porque ya te han dado todo lo que tenían. Son un gran ejemplo de sencillez”.
Javier, Santa Teresa (Tres Cantos), estudiante de Medicina, 23 años:
“Ha sido una experiencia de Dios, al poder ver su rostro en cada anciano que necesitaba pañal (como Jesús Niño en Belén) o en cada anciano solo y lleno de llagas (como Jesús en la cruz). Los enfermos te curan y allí he aprendido que no hace falta hacer nada para ser amado, como solemos por el miedo a que no nos quieran, pero esos ancianos te enseñan que eres precioso tal y como eres: pequeño, pobre… sólo has de dejarte amar”.
María, Santa Teresa (Tres Cantos), estudiante de Ingeniería de Telecomunicaciones, 22 años:
“Lo que más me ha marcado de esta experiencia es la pureza de la humanidad que hemos podido ver en ellos, el profundo agradecimiento con que miraban cada uno de los pequeños gestos que les dábamos, la gratitud y la compasión que sentía en mí por poder estar presenciando algo tan esencial y profundo. Revisando lo que hemos vivido estos días tenía la sensación de que Dios había conducido cada uno de nuestros pasos”. Empleando las expresiones amistosas que reflejan nuestro corazón y que nos enseñaron los dos religiosos Camilos con los que estuvimos, argentinos los dos, y el organizador de la actividad, chileno de origen, ¡la experiencia estuvo recopada y fue relinda! Damos gracias al Señor por iluminar nuestro camino y permitirnos ser testigos de su amor. ¡Un abrazo muy fuerte a su Santidad, y nuestras oraciones! Los jóvenes voluntarios en San Camilo