La ponencia de este sexto día de encuentro formativo de los Superiores mayores de los Religiosos camilos en Roma ha sido guiada por el Hno. Hipólito Pérez, religioso Marista de España, quien desde hace tiempo trabaja en la pastoral juvenil de su provincia religiosa en el Centro América. El tema de su intervención: Formación inicial, Formación permanente y promoción vocacional. Vida Consagrada y Juventud.
El objetivo de esta ponencia ha sido ofrecer una visión realista sobre el mundo de los jóvenes en nuestra actualidad. El primer y fundamental objetivo de la pastoral vocacional es el de proponer por contacto y/o por imitación, la opción del seguimiento de Jesús, a través de una experiencia de vida cristiana de comunidad y fraternidad: solo después de una experiencia profunda del seguimiento de Jesús en comunidad, se puede proponer a los jóvenes el poder reflexionar sobre cuál es la modalidad más adecuada para su vida y para vivir este discipulado.
Un dato es evidente: El encuentro directo con los jóvenes genera en nosotros una sensación de desconcierto. Los jóvenes de hoy nacen y crecen en un contexto social, cultural, educativo y de comunicación muy diverso de aquel que caracteriza nuestras estructuras intelectuales, espirituales y relacionales.
De esto deriva que los principios, la concepción del ser humano, los procesos, las decisiones y las motivaciones que los jóvenes viven en el contexto moderno y postmoderno deben ser mejor entendidas por nuestra parte, no tanto por compartirlas, sino para:
- Crear nuevas modalidades de encuentro y de diálogo.
- Acompañarlos en los procesos de construcción de la identidad.
- Vivir auténticamente la comunidad como referente significativo.
- Interiorizar más profundamente las convicciones.
- Personalizar los procesos formativos de crecimiento.
A partir de esta realidad se ve la importancia del testimonio. Estos jóvenes (generación de los millennials: digitales, conectados y globalizados) deben ser acogidos con una actitud positiva pues serán los cristianos y/o los religiosos del siglo XXI.
Es claro que la experiencia de fraternidad en la comunidad religiosa que podemos ofrecerles, exige la presencia de una comunidad religiosa "sana" en la cual la sed de verdad y de autenticidad que los jóvenes traen consigo pueda ser verificada e implementada.
En este contexto antropo-socio-cultural del mundo juvenil en el que se está viviendo una situación humana totalmente nueva, nos pone ante la pregunta: ¿que cultura vocacional vivir y cuáles son las calves pedagógicas para adoptar?
Es probable que estemos asistiendo al nacimiento de una nueva forma de comprensión del ser humano y de un nuevo paradigma fundado sobre tres pilares: información continua, oferta de consumo llevada al extremo, cultura de la imagen filtrada por los mass media.
En continuos cambios de la humanidad y del planeta con la intensificación del ritmo de vida, los jóvenes y nuestros jóvenes religiosos en formación son integrados en esta dimensión en un estado de permanente aceleración.
La cultura vocacional a desarrollar es la propuesta de una nueva visión antropológica del hombre, de paz, de solidaridad, de compartir, de un uso sistemático de las energías para el crecimiento de la comunidad, siendo conscientes que la cultura vocacional se inserta de modo integrado con todas las otras pastorales eclesiales.
La pastoral vocacional específica (con el objetivo de seguir a Jesús) se inserta y se encuentra, como su espacio vital, en la pastoral juvenil (con el objetivo de conocer a Jesús); la pastoral juvenil se completa y se edifica cuando se abre a la dimensión vocacional
¿Qué tipos de estrategias adoptar entonces?:
- Oración interior
- Acompañamiento familiar
- Sinergia pastoral
- Propuestas claras
- Colaboración entre religiosos y laicos
- Formación de los agentes de pastoral
- Contacto con los jovenes.
- Colocar a los jóvenes como los protagonistas principales del proceso
- Acompañamiento personal.
- Sensibilidad inteligente en el uso de las redes sociales.
Son instrumentos útiles pata ayudar a los jóvenes a narrarse y narrar su existencia y su propia experiencia de Dios, de relación, expectativas y temores.
Actitudes transversales clave para cultivar: Interioridad y espiritualidad como ámbitos de introspección y de crecimiento en el conocimiento de sí mismo; comunión entre religiosos y laicos; solidaridad y donación (encuentro con el sufrimiento del hombre)
Igualmente los consagrados están llamados a convertirse en comunidades religiosas que ofrecen experiencias significativas de vida, de fraternidad (intercambio, formación, narración, celebración, perdón), donde profundizar la experiencia de conocimiento y de seguimiento de Jesús, donde desarrollar las dinámicas de crecimiento de la autonomía personal, donde vivir la experiencia de servicio y de crecimiento en la solidaridad… En fin, en comunidades religiosas con consagrados capaces de generar inquietudes profundas a los jóvenes con los que se relacionan
En la tarde el P. Laurent Zoungrana, Vicario General de la Orden y consultor encargado de la Formación, ha desarrollado su ponencia basándose en dos puntos:
- La situación actual de la dimensión formativa, mirando hacia el futuro de la Orden
- El discernimiento vocacional y la formación en la interculturalidad
P. Zoungrana ha evidenciado algunos aspectos en relación a la dimensión formativa inicial y también de la formación permanente de los religiosos
Es fundamentalmente el rol de cercanía y de proximidad que los superiores deben tener en relación con los consagrados a ellos confiados. La animación vocacional y de la formación es una realidad que no se puede delegar a otros. Es necesario que los Superiores mayores se impliquen en modo que los formadores, promotores vocacionales y alumnos no se sientan solos y abandonados.
El papa Benedicto XVI el 6 de junio de 2005 hablando de educación en general y no específicamente en el plano religioso decía:
“Sabemos bien que para una auténtica obra educativa no basta una buena teoría o una doctrina que comunicar. Hace falta algo mucho más grande y humano: la cercanía, vivida diariamente, que es propia del amor y que tiene su espacio más propicio ante todo en la comunidad familiar, pero asimismo en una parroquia o movimiento o asociación eclesial, en donde se encuentren personas que cuiden de los hermanos, en particular de los niños y de los jóvenes, y también de los adultos, de los ancianos, de los enfermos, de las familias mismas, porque los aman en Cristo. El gran patrono de los educadores, san Juan Bosco, recordaba a sus hijos espirituales que "la educación es cosa del corazón y sólo Dios es su dueño"
Vinculada a la formación o educación en la vida consagrada y la dimensión de la fraternidad. Las dificultades exigen que se promueva una vida fraterna en la cual los elementos evangelizadores y humanizadores encuentren equilibrio con el fin de que cada uno se sienta corresponsable y al mismo tiempo sea reconocido indispensable para la construcción de la fraternidad. De hecho, es la fraternidad el lugar de eminente formación continua. Como se subrayaba en el documento de la Congregación de los religiosos sobre las directrices sobre la formación en los institutos religiosos:
“La comunidad de vida juega un papel privilegiado en la formación en cualquier etapa. Y la formación depende en gran parte de la calidad de esta comunidad. Esta calidad es el resultado de su clima general y del estilo de vida de sus miembros, en conformidad con el carácter propio y el espíritu del instituto.
"Una comunidad es formadora en la medida en que permite a cada uno de sus miembros crecer en la fidelidad al Señor según el carisma del instituto. Por eso, los miembros deben poder clarificar juntos la razón de ser y los objetivos fundamentales de esta comunidad; sus relaciones interpersonales estarán impregnadas de sencillez y confianza, basadas principalmente en la fe y en la caridad. Para ello la comunidad se construye cada día bajo la acción del Espíritu Santo dejándose juzgar y convertir por la palabra de Dios, purificar por la penitencia, construir por la Eucaristía, vivificar por la celebración del año litúrgico. La comunidad acrecienta su comunión por la ayuda generosa y por el intercambio continuo de bienes materiales y espirituales, en espíritu de pobreza y gracias a la amistad y al diálogo. Vive profundamente el espíritu del fundador y la regla el instituto. Los Superiores considerarán como misión propia suya el tratar de edificar esta comunidad fraterna en Cristo (cf. c. 619). Así, consciente de su responsabilidad en el seno de la comunidad, cada uno se siente estimulado a crecer no sólo para sí mismo, sino para el bien de todos. (Nº 27)
Frente a la escases o a la abundancia de las vocaciones, tenemos necesidad de formadores capaces de realizar un buen discernimiento y de ofrecer a la Orden y a la Iglesia religiosos felices de ser camilos y capaces de transmitir los valores carismáticos que san camilo ha legado. En este sentido, se puede decir con el Proyecto Camiliano que la “formación de los formadores es una prioridad absoluta respecto de la cual la Orden está llamada a invertir con continuidad. Su específica preparación, no solo académica (psico-pedagógicas), sino también experiencial y ministerial (pastoral y espiritual) es la mejor garantía para el futuro mismo de la Orden. Mientras que para la promoción vocacional es justo implicar a los religiosos más jóvenes, para el sector formativo deben ser propuestos religiosos que tengan almeno seis años (dos trienios) de vida religiosa comunitaria vivida en la realización concreta del carisma".
A pesar de que observamos en los últimos años un esfuerzo de formación de los formadores en la Orden, hay que decir que esto no es suficiente y que hay que tomar en serio esta área, si queremos una formación responsable de los candidatos.
Frente a esta realidad el Proyecto Camiliano subraya: "la restructuración de la Orden necesita que se unan las fuerzas a nivel formativo para de esta manera ser más eficaces: El ámbito importante y delicado de la formación inicial es tal vez el aspecto que evidencia de modo inequívoco la necesidad de unificación de los esfuerzos y de la colaboración inter-provincial y/o intercambio con otros Institutos, ya sea por una más eficaz optimización de los recursos, ya por una más completa formación de los candidatos"
Todo esto demuestra la necesidad y la urgencia de preparación de los formadores con el fin de responder mejor a la formación de los candidatos en la multiculturalidad y la interculturalidad de las comunidades religiosas y, en particular, de las casas de formación. En esto, los Superiores Mayores tienen un papel y una responsabilidad promoviendo de forma adecuada, la formación y capacitación en habilidades y herramientas a los formadores.
Una de las herramientas que pueden ayudar al formador para llevar a cabo su misión es precisamente el Reglamento de Formación que será el tema principal de la reunión internacional de los formadores que se llevará a cabo en Roma del 13 al 19 de octubre de 2017 próximo.