El primer encuentro de la comunidad base de apoyo psicosocial ha sido organizado por Caritas Nepal en colaboración con CADIS (Camillian Disaster Service International) de los Religiosos Camilos. El objetivo de estas jornadas de formación es el de incrementar el número de personas que ofrecen un apoyo psicosocial a las víctimas y de los sobrevivientes en las zonas afectadas por el terremoto de Nepal del pasado 25 de abril de 2015.
Testimonio de Consuelo Santamaría profesora del Centro de Humanización de la Salud y voluntaria del Centro de Escucha
"Cuando se llega por primera vez a una ciudad, y más sabiendo que pertenece a una cultura distinta a la de uno mismo, todos los sentidos se activan como queriendo captar lo nuevo, lo desconocido, algo inesperado y original, insólito y diferente.
Al llegar a Kathmandú mis sentidos se activaron buscando lo nuevo. Tuve la sensación de que me faltaba tiempo y espacio para integrar todo lo que veía, olía, tocaba, percibía y sentía en lo más profundo de mi ser.
El saludo inicial del caos urbano de la ciudad de Kathmandú desarticulaba todo sentido de seguridad y comencé a ver las diferencias, empezando por los riesgos propios de la urbe. Desde que comenzó el recorrido por la ciudad sentí una sacudida inicial y un interrogante se adueñó de mi mente: “¿Qué hay detrás de las prisas, la contaminación, el ruido estrepitoso del claxon de cada coche o moto que lucha por conseguir pasar sin ser abatido por otro vehículo, qué hay detrás de ese caos desconcertante y vivo, sorprendente y enérgico, asombroso y potente, qué hay detrás del desorden, el desconcierto, el polvo, la contaminación, el ruido, el movimiento vertiginoso de la ciudad, que hay detrás de esas grietas visibles de muchos edificios sin reforzar?”
Poco a poco fui descubriendo la respuesta, porque no es lo que se ve, lo que importa, sino el paralelismo que hay con lo que no se percibe.
Detrás de las prisas hay vidas que luchan por la supervivencia, que se mueven por las calles tratando de conseguir unas monedas que les ayuden a vivir vendiendo esas frutas ordenadas en los cestos que transportan las bicicletas y que son elemento de confrontación hacia el propio caos desordenado de la ciudad.
El impacto sorprendente del desorden y el ruido colisiona prodigiosamente con el silencio interior del que te saluda por la calle, juntando sus manos respetuosamente en forma de rezo y poniéndolas en el centro del pecho, mientras dice: “namasté”, palabra utilizada para saludar, despedirse y dar las gracias.
Paulatinamente se va descubriendo la complementariedad de los extremos. El ruido y el silencio sereno del que te saluda. La tristeza al contemplar las grietas de muchos muros conmociona al experimentar la alegría que nace de dentro al comprobar la capacidad de resiliencia de los nepalíes que han sufrido el impacto del terrible terremoto que asoló el país y destruyó sin piedad monumentos, casas y se llevó casi 9000 personas. La marca del terremoto se puede ver en muchos aspectos de la vida nepalí, marca física, visible, palpable, que contrasta con las heridas, aún abiertas, de muchas personas cuyas vidas se han resquebrajado, pero que no se dejan ver, porque ese dolor lo llevan en el alma, oculto, silencioso, y a cambio muestran la sonrisa serena y sosegada del que acepta y lucha, del que ama y calla.
A medida que iba adentrándome en el corazón nepalí iba recibiendo respuestas, no solo humanas, sino ambientales, ya que la quietud de las montañas, la serenidad de los arrozales, el verdor del campo, especialmente vivo en esta época de monzones, son una respuesta viva, enérgica, aguda y expresiva que invita y llama a la esperanza, por la grandeza misma del paisaje. El caos urbano lo equilibra con creces la armonía del paisaje. Mirando las montañas uno siente ansias de contemplar, de callar, de agradecer y de descubrir el efecto benéfico de la visión majestuosa del Himalaya en los nepalíes que han perdido tanto por el terremoto.
Detrás del dolor encontré resiliencia, detrás del caos descubrí la belleza, detrás del estrés de la ciudad descubrí la armonía serena del que acepta sonriente el dolor y lo acoge en su interior. Detrás de la destrucción descubrí la solidaridad.
Hace exactamente un año, el director de Operaciones de Cáritas Nepal, Manindra Malla, decía: “Cáritas Nepal, literalmente, ha movido montañas para llegar a los necesitados” y lo decía no sólo en el aspecto metafórico, sino desde la más concreta objetividad, al referirse a los conductores de los camiones con ayuda humanitaria que tenían que mover las piedras de las laderas de las montañas de Sindhupalchowk, para poder hacer llegar la ayuda.
Un año después, hemos llevado a cabo la primera fase de formación (Formation and Training of Community-Based Psychosocial Support Facilitators for Earthquake Affected Communities of Nepal) a 70 participantes de las zonas más afectadas por el terremoto, para que ellos puedan llevar un apoyo psicosocial a las víctimas.
Al igual que hace un año, los conductores de los camiones quitaban piedras del camino para poder llegar, estos 70 participantes van a tratar de ayudar a quitar esas piedras del alma que no dejan avanzar, las piedras del miedo, de la desesperación, del duelo no resuelto, de la culpa del superviviente, las piedras de los porqués sin respuesta, las piedras de la desesperanza y el desaliento.
La formación sobre los aspectos psicosociales en general y el mismo soporte psicosocial en particular a los participantes, han sido el objeto de la formación desarrollando temas sobre los desastres, el impacto en la comunidad y en las personas, así como las reacciones propias de los traumas y su afrontamiento, los efectos del estrés-postraumático, las habilidades específicas de la relación de ayuda, las actitudes, la formación básica en counselling y sus herramientas, el manejo de emociones, del estrés y la resiliencia han sido, entre otros, los contenidos fundamentales de la formación.
Ahora los participantes, con el apoyo y coordinación de CADIS (Camillian Disaster Service International), llevarán sus conocimientos a los lugares más afectados por el terremoto para acoger el sufrimiento oculto y personal de cada afectado y con ello, ayudar a remover las propias piedras del dolor que impiden el camino hacia la recuperación.
Tres meses de encuentro con las familias y con los afectados para culminar la formación sobre los niños ante las situaciones de desastre, en el mes de noviembre.
Ahora se llevará a cabo la parte más importante del Programa, la del encuentro con el dolor humano, para acogerlo, abrazarlo y transformarlo en esperanza"
Consuelo Santamaría